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Lo siento, se descompuso la licudora.

 

 

                                                                                                                            

 

Quien me conoce, también sabrá de mi gusto por los cocteles Margarita, me súper encantan. En una ocasión fui a un bar con unos amigos y, claro, pedí mi imperdonable cóctel Margarita, triste fue mi sorpresa cuando el mesero me dijo “lo siento, se descompuso la licuadora”. Bueno, casi me daban ganas de decirle, yo lo llevo a Wall-Mart, que está a unos pasos, y compran una nueva, y créanme, lo hubiera hecho jajaja. No me atreví a proponerlo, pero mi argumento era que más perdían no vendiendo que comprando una de emergencia. Tres meses después regresé al mismo bar, y me atendió el mismo mesero, volví a pedir un cóctel Margarita y para mi sorpresa sigue sin haber licuadora. ¿De verdad? Después de tres meses no han comprado una, el motivo es que son muy caras. Más allá de si son caras o no, me pongo a reflexionar, como nos cerramos a una única solución, o se compra la licuadora o no hay venta de ningún producto que lleve hielo frappé. Ayer me puse a reflexionar qué otras soluciones buscaría yo, la primera que me vino a la mente es como venden los raspados en las fiestas de pueblo, un bloque de hielo y un objeto de metal que tiene una navaja y al pasarlo por el hielo lo va raspando y así sale el hielo frappé. Tal vez podrán decir que lleva mucho tiempo ponerse a raspar, y entonces nos centramos en los peros. ¿Cuánto han perdido en  ingresos por no tener licuadora? Dejemos a un lado este asunto que sólo es el que me lleva a la reflexión. ¿Cuántas veces yo me cierro a una única solución?  O es esta única solución o me quedo congelada hasta lograrla, y no por terca, sino porque no me detengo a buscar otras soluciones, y no es falta de intención, sino que ni siquiera se me ocurre que podría existir otra solución. Basta que nos coloquemos en la  verdadera intención, actuando, de encontrar otras alternativas, para que las empecemos a encontrar. Es aquí donde podemos hacer uso de nuestra intuición. Si nos dejamos llevar sólo por la mente, entonces nos limitamos a lo que conocemos, no vemos más allá, pero si nos dejamos llevar por el corazón, por la intuición, entonces ahí sí, encontraremos más alternativas de hacia dónde movernos.

 

Soraya R.-Chelala

 

Derechos Reservados. (C), Soraya Irinea Ramírez-Chelala Hernández, Naucalpan Edo de México, 2014.

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